Deira somos: Pato y Nikki

De hecho, antes de hacer mi primera cartera, sólo había realizado un curso de moldería de ropa, no de marroquinería.

Más adelante en mi vida, sí estudié cursos de marroquinería en Buenos Aires y hoy continúo aprendiendo esta profesión con mentores de Nueva York y Londres.

Pero la realidad es que desde niña, siempre me gustó crear cosas con mis manos. 

Con las Barbies jugaba un rato y me aburría, pero me gustaba hacerles ropa y vestirlas. También me la pasaba jugando con Lego, al Tetris, pintando paisajes, recortando papeles y haciendo carteles con distintos materiales.

A todos lados llevaba mi valijita con elementos de librería.

Ya de grande, mientras cursaba en la universidad el profesorado de inglés vi en el cine la película de la vida de Coco Chanel.

Me impactó como supo Coco aprovechar su talento en el diseño y la costura para crear una marca memorable.

Fue una gran inspiración para mí.

Me di cuenta que podía canalizar mi amor por el trabajo manual fabricando algo útil. Empecé modificando ropa según mis gustos.

Y en seguida aparecieron las carteras. Siempre presentes en la vida de toda mujer.

Arranqué con todo.

Hice mi primera cartera trabajando 20 horas seguidas y sin saber nada sobre moldería, costura o marroquinería.

Imaginá el resultado. Pero soy disconforme, muy. Y meticulosa.

Por eso comencé a hacer cursos en Buenos Aires para aprender el arte de hacer carteras.

Todo venía genial.

Hasta que tuve una tragedia familiar.

Mi primera hija falleció en su cuarto día de vida por una enfermedad en el corazón.

Sufrí mucho.

Caí en un pozo y tuve la tentación de quedarme allí.

El trabajo manual con las carteras fue lo que me ayudó a sobrellevar ese momento. Trabajaba sin parar, de sol a sol, para no pensar en otra cosa. 

Para no pensar.

Esas horas invertidas me dieron un gran impulso. Diseñé y fabriqué carteras para muchas amigas y conocidas.

Ellas me pedían detalles especiales para que sus carteras fueran únicas.

Querían elegir la combinación de materiales, el color de los herrajes, los bolsillos y más.  

Pero tengo que confesarte que las carteras que hacía en esa época no se parecían en nada a las que hago ahora.

No sabía casi nada sobre  el cuero y el bronce, ni conocía tanto sobre los problemas que podían tener las carteras una vez en uso. 

En esa época mis carteras eran de cuerina y tela, y usaba herrajes de zamac.

Materiales super fáciles de trabajar y que se consiguen en cualquier lado.

Yo iba feliz por la vida diseñando y fabricando esas carteras.

Hasta que un día pasó algo.

Una amiga me mostró cómo una cartera que yo le había hecho se estaba pelando toda, y a otra se le había roto el cierre.

La vergüenza y la bronca que sentí en ese momento son difíciles de describir.

Les pedí las carteras y se las reparé en tiempo record.

Pero ahí mismo me prometí estudiar a fondo otras alternativas, y hablar con todas las mujeres que pudiera sobre sus problemas y deseos con las carteras. 

Y después de años de investigar, de formarme, y pasar tiempo probando lo que funcionaba y no funcionaba, nació Deira.

¡Quiero ver más mujeres disfrutando de una cartera que realmente les sirva! 

Me indigna que pierdas tiempo y dinero comprando carteras que no te resulten prácticas, sean incómodas y te duren poco.

Vengo a cambiar eso.